jueves, 24 de noviembre de 2016

Ayer soñé…

El día fue largo y estaba agotado, recuerdo que tuve que caminar hasta el cansancio para poder llegar. Entré en abundancia oscuridad, ni el sonido de una mosca al volar se presenciaba.

Morí en mi barca dejando caer los remos, ese cálido momento entre el frío y el calor llegó. ¡Estabas ahí! al lado mío, con tu vestido blanco y cabello castaño zarpando a nuevos horizontes. Emitías esa agradable psicofonía que representaba tu naturaleza y respondía a la mía. En un segundo dejaste de remar dejándonos a la nada del todo. La mirada mutua fue indescriptible; la cercanía poderosa; el contacto inimaginable, y nuestros labios…  

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