El
día fue largo y estaba agotado, recuerdo que tuve que caminar hasta el
cansancio para poder llegar. Entré en abundancia oscuridad, ni el
sonido de una mosca al volar se presenciaba.
Morí
en mi barca dejando caer los remos, ese cálido momento entre el frío y el calor
llegó. ¡Estabas ahí! al lado mío, con tu vestido blanco y cabello castaño
zarpando a nuevos horizontes. Emitías esa agradable psicofonía que representaba
tu naturaleza y respondía a la mía. En un segundo dejaste de remar dejándonos a
la nada del todo. La mirada mutua fue indescriptible; la cercanía poderosa; el
contacto inimaginable, y nuestros labios…
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