Sentado en mi trono teñido en rojo, observaba como
los grumos de la oscuridad disipaba el ardor de aquel que me hacía daño. No obstante dejaba de pensar en una cosa, en esa cosa que retumbaba en mi cabeza: “¿y
ahora?”.
Elicia Overtime, así se llamaba, la niña que tronó
las paredes de mi castillo. ¡Sabía que venía! Hija de una fiel compañera
perdida en los bosques. Intranquilizó la oscuridad al saber que pudo
soportarla, pretexto perfecto para comprender ciertas cosas. Tuvo aventuras en
mi castillo, inclusive conoció lo que era estar entre vampiros al conocer a mi
bisnieto. Veía todo desde la oscuridad, dentro y fuera de ella.
Se avecinó su partida luego de estar meses en el
castillo, creo que comprendió lo que era estar en el lugar correcto. Aparecí
frente a ella y vi en sus ojos tristeza opacada por determinación. Le dije:

¿Cuál es la verdad de todo? ¿Cuál es mi
verdad? La única manera para proseguir con una vida es ver y aceptar lo que
dejamos atrás… nunca dejarlo por un lado. Muchos se quedan atrás por esto,
otros huyen y creen haber encontrado la paz y muy pocos disfrutan del
verdadero.
La
diversidad es compleja, compleja porque son sentimientos incontrolados. El ser
se ha dedicado a simplificar los sentimientos: amar, querer, odiar… ¿Por qué?
Porque no saben ingerir el peso de sus fetiches, de su ser real. La
imperfección es la perfección en el mundo y al aclarar los diversos
sentimientos… ¿Qué se dice? Una serenidad se presenta.

Escucha,
pero no sigas. Decide lo que es mejor, pero no lo hagas por miedo a los
cambios, hazlo por tus sentimientos y filosofía. Ama y respeta”.
Me preocupaba el hecho de que quede atrapada en el
limbo, pero debo creer en una mujer digna de ser una vampira.
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